Generalmente,
dividimos los vinos en tres categorías diferentes: los tintos, los blancos y los
rosados. Cabe preguntarse entonces, ¿cómo encaja el vino azul en este paradigma?
El vino azul,
cuya marca comercial es Gïk, fue inventado en 2015 por cinco jóvenes españoles innovadores
de la Universidad del País Vasco, que querían cambiar la manera en que vemos la
enología. Las bodegas de Gïk se sitúan en las regiones de la Rioja y Castilla
la Mancha en España y en Courthézon en el sur de Francia [1]. El color azul luminoso
se obtiene por mezcla de antocianina, un pigmento natural de la piel de la uva
tinta, e indigotina, un compuesto orgánico. De hecho, el vino azul no tiene azucares
añadidos; en su lugar, contiene edulcorantes no calóricos [2]. Según los
bodegueros de Gïk, es un vino que tiene “un sabor muy propio, dulce, fresco y
muy verano”[3].
No obstante, muchos
enólogos españoles consideran que tal vinificación es un sacrilegio. En 2016, una
ley fue introducida en España que especificaba que un vino sólo podía ser
etiquetado como tal si conforme a una de las siguientes categorías: blanco,
blanco de uva blanca/ de uva tinta, rosado, clarete o tinto. Esto significó que
la bebida alcohólica creado por la compañía Gïk, ya no podía llamarse un “vino”
y tenía que pagar una multa de 3.000€ por haberlo llamado así. Además, como
consecuencia de esta legislación, la etiqueta ahora tiene que indicar que un 99%
de la bebida es vino y que un porciento es mosto. [4]
REFERENCIAS
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